Luis Rivera Terrazas

Luis Rivera Terrazas

El ingeniero Luis Rivera Terrazas nació un solsticio de invierno, el 21 de diciembre de 1912, en Bácum, Sonora, hijo de un matrimonio de maestros de educación primaria, que durante el periodo presidencial de Francisco l. Madero fueron asignados a trabajar en esa región. Concluyó a los 24 años su carrera de ingeniero civil en la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue comisionado por la Secretaria de Educación Pública para construir una secundaria federal para hijos de obreros, campesinos y soldados, en Lerdo, Durango, en pleno periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas del Río. Al estar edificando dicho plantel, recibió la invitación a incorporarse a la plantilla académica en las asignaturas de física y matemáticas.

En 1943 es instado a participar en el Observatorio Astronómico Nacional de Tonanzintla (OANT) -asentado en territorio poblano, por su fundador, el astrónomo Luis Enrique Erro Soler, destacado científico mexicano, y en esa institución pasó gran parte de su vida; de 1943 a 1974, con una sola interrupción: de 1945 a 1948, en que fue a realizar estudios de pos grado en astrofísica en el Observatorio de Yerkes, de la Universidad de Chicago.

Fue en su calidad de investigador de OANT que inició su contacto profesional con la entonces Universidad de Puebla, y surgió de ese modo una colaboración que muy pronto cobraría un papel determinante en el rumbo de dicha institución educativa. Entre las actividades académicas del ingeniero Rivera Terrazas cabe mencionar que el 8 de febrero de 1950 fundó, junto con otro gran universitario, el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, la Escuela de Ciencias Físico Matemáticas, hoy Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, impulsado por el afán de contribuir a convertir la institución en una casa de estudios abierta a los nuevos conocimientos científicos y tecnológicos.

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El ingeniero Luis Rivera Terrazas nació un solsticio de invierno, el 21 de diciembre de 1912, en Bácum, Sonora, hijo de un matrimonio de maestros de educación primaria, que durante el periodo presidencial de Francisco l. Madero fueron asignados a trabajar en esa región. Concluyó a los 24 años su carrera de ingeniero civil en la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue comisionado por la Secretaria de Educación Pública para construir una secundaria federal para hijos de obreros, campesinos y soldados, en Lerdo, Durango, en pleno periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas del Río. Al estar edificando dicho plantel, recibió la invitación a incorporarse a la plantilla académica en las asignaturas de física y matemáticas.

En 1943 es instado a participar en el Observatorio Astronómico Nacional de Tonanzintla (OANT) -asentado en territorio poblano, por su fundador, el astrónomo Luis Enrique Erro Soler, destacado científico mexicano, y en esa institución pasó gran parte de su vida; de 1943 a 1974, con una sola interrupción: de 1945 a 1948, en que fue a realizar estudios de pos grado en astrofísica en el Observatorio de Yerkes, de la Universidad de Chicago.

Fue en su calidad de investigador de OANT que inició su contacto profesional con la entonces Universidad de Puebla, y surgió de ese modo una colaboración que muy pronto cobraría un papel determinante en el rumbo de dicha institución educativa. Entre las actividades académicas del ingeniero Rivera Terrazas cabe mencionar que el 8 de febrero de 1950 fundó, junto con otro gran universitario, el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, la Escuela de Ciencias Físico Matemáticas, hoy Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, impulsado por el afán de contribuir a convertir la institución en una casa de estudios abierta a los nuevos conocimientos científicos y tecnológicos.

Otro gran resultado de la visión del ingeniero Rivera Terrazas fue la creación de los Colegios de Electrónica y Computación en el seno de la Escuela de Físico Matemáticas, ahora transformados en las Facultades de Ciencias de la Electrónica y de Ciencias de la Computación, y durante el rectorado del químico Sergio Flores Suárez, con quien compartía plenamente sus ideas de apoyar un desarrollo científico, fundó en 1974 el Instituto de Ciencias de la UAP, del cual fue su primer director.

Dejó la dirección del ICUAP un año después, al ser nombrado rector de la Universidad, cargo que ocupó hasta 1981. Durante su gestión impulsó tanto las ciencias naturales y exactas como las ciencias sociales y las humanidades; planteó claramente el papel que debe desempeñar la Universidad, como lo muestra entre muchos escritos uno titulado: "La Universidad mexicana", donde expone a propósito de Universidad e Independencia lo siguiente:

“La Universidad Autónoma de Puebla como cualquier otra institución de educación superior, tiene la obligación de producir profesionales, científicos, artistas, etc., de muy alto nivel académico, pero no sólo en función de los intereses y necesidades de las actuales estructuras económicas del país, sino además en función de los grandes problemas que afronta México, tales como la salud, la educación popular y vivienda, que afectan a la gran mayoría del pueblo, y también en función de la independencia económica, política, científica y tecnológica de nuestro país”.

Su pasión por distintas disciplinas y campos del conocimiento lo lleva a impartir cursos de filosofía, historia de la ciencia y de física para humanistas, en la Escuela de Filosofía y Letras, siendo ahí precisamente donde se da a la tarea de escribir el libro: “Historia de la ciencia, durante el Renacimiento”, que contiene buena parte del material que utilizó para su cátedra.

Una de las actividades que más distinguieron al ingeniero Rivera Terrazas fue su empeño en interesar a los jóvenes estudiantes por seguir una carrera científica. Sus dotes de expositor hicieron de él un magnífico divulgador de la ciencia. Fueron innumerables las pláticas y conferencias impartidas en los planteles de secundaria, bachilleratos dentro y fuera de la BUAP, incluso en el Seminario Palafoxiano de Puebla. Su obra fue de tal impacto que le hizo ganar el aprecio en el medio universitario nacional y le valió reconocimientos como el doctorado Honoris Causa que le otorgó en 1982 la Universidad Autónoma de Sinaloa, y en 1983 la Universidad Autónoma de Puebla. En 1987la Sociedad Mexicana de Física le confirió la Medalla Académica por su papel decisivo en el impulso de las ciencias, y la física en particular. En 1988, el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Puebla lo distinguió con la medalla Isaac Ochoterena, como reconocimiento a su labor en apoyo de la educación científica.

Luis Rivera Terrazas perteneció a varias sociedades científicas, entre ellas la Sociedad Mexicana de Física, la Sociedad Matemática Mexicana, la Optical Society of América, la Unión Astronómica Internacional y la American Astronomical Society.

Como puede observarse, la vida académica del ingeniero Rivera Terrazas fue rica y fructífera. Y a lo anterior hay que sumarle todas las actividades que realizó como luchador social y defensor de la universidad pública. Fue también un protagonista importante en la dirección del Movimiento de Reforma Universitaria en la década de los sesenta. Dicho proyecto se conoció nacionalmente como Universidad Democrática, Crítica, Científica y Popular. En efecto, la enseñanza científica era considerada desde esa perspectiva como la vía para modernizar la Universidad, en tanto que implicaba una verdadera reforma cultural. Con ello se buscaba superar y reorganizar la vida académica, y se establecían las bases para el desarrollo futuro de la investigación científica.

La tarea de imponer un proyecto universitario basado en el modelo del progresismo científico debió transitar una sinuosa ruta estratégica; formar dirigentes progresistas, rodearse de aliados académicos y partidarios políticos, combatir y expulsar del seno universitario a los adversarios, atraer otros cuadros académicos para sostener la vida institucional, tolerar el radicalismo, resistir la violencia externa, dialogar y negociar con el Estado, en fin todo un largo recorrido cuyo curso no estuvo exento de tensiones y dramas.

Si pudiéramos definir el papel de Rivera Terrazas en nuestra Universidad, valdría considerarlo como una suerte de caudillo político-científico. Dirigente que apoyándose en el partido que ayudó a reconstruir en Puebla, el Partido Comunista Mexicano, emprendió su cruzada por la democratización y modernización de la Universidad Autónoma de Puebla.

El ingeniero Rivera Terrazas dejó de existir en el equinoccio de primavera, el 20 de marzo de 1989, dejando un profundo vacío en la cátedra, la investigación y la lucha social.

Muchos, como dice el doctor Ricardo Moreno, quisieran ver ligada la memoria del ingeniero Luis Rivera Terrazas al Partido Comunista Mexicano, y tienen razón; muchos verán en él a una de las figuras más destacadas del movimiento progresista de nuestro país, y no se equivocan; algunos lo sentirán como uno de los más destacados promotores y defensores de la Universidad Pública, y estarán en lo cierto; para otros será el científico, el maestro o el camarada Rivera Terrazas.

A todos ellos, y a los universitarios en su conjunto, está dedicada su obra.